Desde 1840 el temor y la curiosidad existe en un lugar llamado Guadalajara, pues en el Museo Panteón de Belén, algo ha descansado por muchos años y espera volver.
El sonido de los caballos y carruajes, así como también el sonido de la gente paseando por las noches dejaron de escucharse por ahí en el año de 1840 en las calles de Guadalajara, Jalisco en México.
En los hogares humildes las luces se apagaban a temprana hora y la gente ya iba a descansar después de un largo día.
En los hogares humildes las luces se apagaban a temprana hora y la gente ya iba a descansar después de un largo día.
Un día y de repente las mañanas se volvían presa del miedo, el terror se apoderaba de la gente de todo el lugar, ya que, cada mañana se encontraba una víctima más, ya sea en las calles del pueblo o en una caballeriza de algún lugareño, y siempre la misma marca en el cuello, una mordida y dos pequeños agujeros sobresalían.
La otra parte de la población hacía cenas lujosas, siempre en espera de que el hombre europeo más rico del pueblo se dignara a convivir con ellos y hacer lo que toda gente rica solía hacer en lugar de divertirse, hacer negocios y más que aquél entusiasmo, era poder codearse con aquél misterioso pero acaudalado personaje, decepción tras decepción pues éste jamás aparecía.
Conde de Baldor era su nombre, piel blanca, cabello rubio, buen mozo, pero lo que atraía de él eran sus ojos, eran tan azules que se podía perder uno en ellos, e intimidaba más si notabas su cuerpo bien formado, altura y la intrigante soledad en la que siempre solía vivir.
Volviendo al temor, se rumoraba con fuerza la existencia de un vampiro en el poblado, y el misterioso Conde era la principal persona sospechosa para el mundo, ya que, coincidencia o un desafortunado destino, las muertes comenzaron cuando el Conde de Baldor llegó a la ciudad, aunado a esto, la gente solía verlo caminar por las calles de noche.
Pronto las personas viajeras dejaban de pasar por el pueblo de noche, preferían pedir posada a casas a las afueras, o buscar algún hotel, o simplemente rodeaban el camino para no cruzar dentro de la ciudad. Ya que, como toda histeria, si pasabas de noche ya eras una presa fácil de atacar.
Con la gente cansada de que nadie podía atraparlo, nadie veía nada, y pasar tanto tiempo encontrando gente fallecida, una familia se atrevió a cazar a esta criatura pues una de las últimas víctimas, había sido un miembro de su núcleo familiar.
Al hallar al Conde, lo emboscaron, le atacaron y le clavaron una estaca de madera en su pecho, pues las leyendas de vampiros ya eran conocidas, y la estaca en el corazón era el remedio más infalible para acabar con estas criaturas.
Un jardín frutal había sido bendecido y ahora era tierra santa, ésta se convirtió en la última morada del Conde con la estaca aún clavada en su pecho fue sepultado con ella, el miedo de retirarla y que volviera a la vida era muy grande.
Al pasar los años, la estaca cobró vida y creció, creció tanto que atravesó la piedra que cubría la tumba, hasta que un día la piedra desapareció y quedó ese lugar cubierto de un árbol con un tronco extrañamente inusual, pues tomó la forma del lugar en donde estaba, un tronco totalmente rectangular, confirmando que realmente estaba viva.
Se dice que al cortar un pedazo de ese tronco, o una mínima rasgadura, parece sangrar.
El temor en la leyenda cuenta que de arrancar el árbol desde raíz, talarlo o se seque de manera natural, despertará la criatura que por ahora descansa ahí desde hace ya 182 años y se desquite de aquellos quienes lo pusieron ahí con sus descendientes.
¿Realidad o leyenda?
Como bien se cuenta, la historia del Vampiro del Panteón de Belén, es muy popular y es una de las más famosas de las personas sepultadas en el campo santo, que gracias a ellos es un Museo Panteón.
La versión real del Conde es que sí era un Conde real, y era una persona de negocios, y que efectivamente nunca accedió a hacer negocios con la gente acaudalada de la ciudad.
La versión real del Conde es que sí era un Conde real, y era una persona de negocios, y que efectivamente nunca accedió a hacer negocios con la gente acaudalada de la ciudad.
Siempre convivió con la gente del pueblo, era conocido por pasar tiempo con la gente humilde y debido a esto generaba disgusto y descontento entre los ricos, cuestionándole siempre su preferencia por aquella clase social.
Caminante nocturno real pero para llevar ayuda a quien lo necesitara, comida, cobijo, ropa, preferentemente a las personas de la calle o a quienes pasaban la noche a los pies de la iglesia.
Una versión menos extravagante a la leyenda.
¿Qué prefieres creer?
(QM)
Fuente original: Foro del Chat de Escalofrío
Autor: Duqueliciosa